El reportaje, publicado en la Revista Trofeo A la Vaquera. |
Antonio Miura y José Peña Ortega sobre la yegua "Ocultada III". |
La yegua Ocultada en una exhibición vaquera en SICAB. |
Preciosa instantánea de los hermanos Peña Ortega y el amparador Rosendo. Ocultada es la yegua de la izquierda, de capa torda rodada, aún a cuatro riendas, cuando comenzaba a correr becerros. |
Espectacular echada que le dio el Campeonato de España de Acoso y Derribo a José Peña Ortega sobre "Ocultada III", yegua PRE del hierro de D. Aniceto Fernández Ordás. |
"Centanaria III" y Joaquín Olivera. |
Centenaria, yegua nº 22 del hierro de Peralta. |
Joaquín Olivera Peña ejecuta un ejercicio sobre la yegua de Pura Raza Española, Centenaria. Las gradas abarrotadas en una de las finales de Doma vaquera, celebradas en el Real Club Pineda de Sevilla. |
Ocultada y Centenaria, insignias del PRE
Hay dos nombres de yeguas que son sinónimos de gloria y
leyenda del Pura Raza Español. Tanto la yegua “Ocultada III” como “Centenaria
III”, en décadas distintas, marcaron un hito no sólo en la Historia del caballo
de nuestro país, sino de sus distintas disciplinas ecuestres: el Acoso y
Derribo, y la Doma Vaquera. Cada una, en su terreno, cambiaron el rumbo de la
raza española, rompiendo antiguos conceptos sobre la posible funcionalidad de
los PRE en las diversas modalidades hípicas.
“Centenaria III”, tres veces consecutivas Campeona de
España de Doma Vaquera
El 26 de febrero de 1970 nacía la yegua “Centenaria”. Hija
del semental de Yeguada Militar “Leopardo” y de la yegua “Beduina”, propiedad
de los hermanos Peralta, “Centenaria” llegó a manos de D. Joaquín Olivera con
dos años de edad. Ya, desde potra, se notaba en ella su distinción y una viveza
inusual en sus movimientos.
Con sólo cuatro años de edad, debutó en su primer
concurso de vaquera, concretamente, en la Feria de La Puebla del Río. Desde el
primer momento, “Centenaria” mostró, en palabras de D. Joaquín Olivera, “sus
buenas aptitudes para aprender”.
Asimismo, afirma que su carácter era “excepcional”,
con temperamento pero “pura bondad”, y su boca, “como una seda”. De la
misma manera, su trabajo en la pista lo define como “uniforme y sin titubeos”.
Y es que la yegua “Centenaria” fue tres veces consecutivas Campeona de España
de Doma Vaquera, concretamente, durante los años 80, 81 y 82. Y le
hubiera correspondido un cuarto campeonato, en 1979, si no se hubieran dado las
circunstancias que el propio protagonista nos narra: “Por entonces, las
puntuaciones se daban en la megafonía antes de terminar el concurso, y
Golondrina, mi otra yegua, ya había ganado. La única que le podía ganar era
“Centenaria”. Cuando me tocó salir con ella, comenzó a diluviar fuertemente, y
por mi juventud, y debido a la euforia de sentirme ya campeón, obvié la mitad
de los ejercicios establecidos y me puse a dar piruetas… Total, que ese
año ganó “Golondrina”.
En aquellos concursos celebrados en el Club Pineda de
Sevilla, con las gradas absolutamente abarrotadas -como muestran las
fotografías de la época-, la yegua marcada con el número 22 de la ganadería de
los hermanos Peralta levantó la admiración del numeroso público que allí se
daba cita. El arte de la marisma, el sentimiento y la hondura del campo, el
aire de la Baja Andalucía y la esencia del Guadalquivir se unieron en una
simbosis perfecta: Centenaria y Olivera, Olivera y Centenaria, demostraron como
la perfección de la doma vaquera no está reñida con la juventud ni con una raza
de caballos determinada.
Se retiró siendo Campeona de España en el año 82,
triunfo conseguido en el Club Hípico La Dehesa de Madrid. Tras esto,
“Centenaria” fue prestada a D. Álvaro Domecq Romero, a petición de éste, para
hacer una gira por España dentro del espectáculo “Cómo bailan los caballos
andaluces”, siendo montada para tal cometido por expreso deseo de su dueño por
D. Luis Ramos-Paul.
Murió con treinta y un años, en la finca “Puñana”, de
la familia Olivera, siendo homenajeada en 1998 en SICAB, presentándose de la
mano de propietario, D. Joaquín Olivera, con todos los honores, por última vez
en una pista.
“Ocultada III”, Campeona absoluta de España de Acoso y
Derribo en 1991
En el mundo de la garrocha, hay una yegua que marcó un antes
y un después en los campeonatos nacionales. “Ocultada III”, nació en enero de
1984. Hija del célebre semental del Hierro del Bocado “Poseído VI” y de la
yegua “Ingeniosa VII”, “Ocultada III” pertenecía a la ganadería de D. Aniceto
Fernández-Ordás.
D. José Peña Ortega ya había sido Campeón de España en
1988 con el caballo “Germano”, del emblemático hierro familiar de caballos
anglo-árabes de Manuel Peña Gutiérrez. Tras aquella edición, hubo dos años en
los que no se concursó debido a la epidemia por peste equina.
Por entonces, D. José Peña ya comenzó a montar en una
yegua torda rodada, morfológicamente “muy proporcionada”, de “cuello fuerte” y
de “buenas piernas”. En muy poco tiempo, ya alcanzó el nivel de “Germano”,
teniendo una gran intuición y listeza, “empleando el conocimiento siempre para
bueno”.
Su carácter era “temperamental” pero “con buen son”,
con mucho temple. Estaba muy arreglada a la vaquera y jamás trató de protestar
de la cara. Su boca era “dulce”, llevando siempre un hierro pequeño, debido a
su extraordinaria sensibilidad.
A la hora de correr, destacaba por sus enormes
facultades y su gran corazón, reaccionando brillante y rápidamente ante
cualquier situación, con una gran capacidad resolutiva. Estas mismas cualidades
las mostraba también en los tentaderos de machos, por muchos pies que tuvieran
los novillos, con una elevada capacidad de acierto.
Al hilo de todo esto, podemos referir una anécdota que
ocurrió en la final del Campeonato de 1991 con D. José Peña Ortega y
“Ocultada”. El concurso se realizó en El Rocío, y por entonces, un mismo
amparador podía correr con dos garrochistas distintos utilizando para ello el
mismo caballo. Rosendo, amparador de la casa, ya había corrido previamente con
D. Juan Antonio Peña (también Campeón de España en el año 1987) la vaca brava
definitiva del último día. Al acompañar posteriormente a su hermano, D. José
Peña, quiso hacerlo con la misma yegua que había utilizado anteriormente. La
vaca brava que correspondió, fue una res de capa berrenda del hierro de Miura,
saliendo con muchísimos pies del rodeo, como es característico en la legendaria
divisa de Zahariche. Al enfilar el cuadrilátero, la yegua del amparador quedó atrás,
teniendo el garrochista que colocarse en el sitio de éste y hacer él sólo la
vaca, hasta que Rosendo se pudo finalmente incorporarse en los metros finales,
haciéndole la collera el máximo de puntos posibles.
“Ocultada” no sólo era sobresaliente por sus facultades,
sino que también destacaba notablemente por su generosidad en el trabajo.
Soltaba “tranqueando”, sin salirse “un sólo tranco de la echada”, “ni hacia el
lado derecho ni hacia el izquierdo”. Siempre “se ponía en su sitio”, de
tal manera que hasta se podía soltar con ella “con las riendas sueltas”. Estuvo
ocho años al máximo nivel, obteniendo, además del referido Campeonato de 1991,
un Subcampeonato de España en Jerez y otros destacados concursos de la
geografía española.
Dos yeguas, un nuevo horizonte
Quién sabe si “Centenaria III” y “Ocultada III” coincidieron
alguna vez en el campo. Es muy probable que sí, pues fueron los dos jinetes
nacidos en Coria del Río, los que elevaron sus nombres a lo más alto de la
Historia de Pura Raza Español.
Que dos yeguas españolas se proclamaran campeonas absolutas
de España en Doma Vaquera y en Acoso y Derribo constituye, por sí mismo, un
hecho antes nunca conocido. Una época. Un antes y un después en el tiempo.
Fueron dos insignes caballistas y dos yeguas tordas, domadas
a orillas del río grande que llamaron los árabes, los que abrieron un nuevo
horizonte, situando al caballo español en la élite de estas dos importantes
disciplinas ecuestres.
Por designios de esta vida, ninguna de las dos nos han
dejado descendencia a día de hoy, pero sus triunfos y sus tardes de gloria
permanecen en el recuerdo de familiares y de aficionados de todo el mundo.
La casta, el poderío, la raza, ésa que surge y se forja
entre las llanuras de las marismas tartésicas del Betis, llevaron a dos jinetes
y a sus dos yeguas a galopar hacia la cumbre del PRE, hacia el olimpo de los
elegidos.
Ocultada y Centenaria,
la garrocha y la vaquera.
Dos historias, dos jinetes…
¡y dos yeguas de bandera!
Río del Guadalquivir,
bendito el arte que riega
la memoria de dos nombres,
de los Peña y Olivera.
Por Rafael Peralta Revuelta.Publicado en la Revista Trofeo A la Vaquera,(Editorial América Ibérica,2012).
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