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miércoles, 3 de diciembre de 2008

Fotografías Históricas. AP & AP, Alois Podhajsky y Ángel Peralta, el encuentro de dos maestros de la equitación.




Alois Podhajsky y Ángel Peralta, frente a frente. Un aimagen para la historia del mundo del caballo. Uno, Podhajsky, medalla de Doma en las Olimpiadas de Berlín en 1936 y Director de la Real Escuela de Equitación de Viena. El otro, una figura del rejoneo que acababa de recoger las Espuelas de Oro en Wembley en su famoso caballo Ruiseñor (Nervioso II). A Podhajsky se le recuerda como el Coronel que salvó los caballos y yeguas lipizanas en la II Guerra Mundial. A. Peralta, como creador de innumerables suertes en el toreo a caballo, un renacentista del rejoneo que ha llevado y lleva los aires clásicos de equitación por los ruedos y plazas de todo el mundo. Dos estilos: el clásico y el campero. Dos genios, dos maestros, dos amigos y una mutua admiración.

A. Podhajsky mantuvo una larga amistad y acudió varias veces a ver actuar a los hermanos Peralta. Entre sus numerosos tratados y obras, por las que hoy día se rigen muchos aficionados y jinetes, dejó escrito frases como: "Más que otro arte, la equitación está en unión íntima con el arte de vivir. Muchos de sus principios pueden, en todo tiempo, servir de reglas de conducta." De Ángel Peralta recordamos aquella máxima que dice: "El hombre hace al caballo y el caballo al caballero" o aquella otra en la que afirma que "al caballo, como al hombre, lo doma el tiempo".

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